Hoy me crucé con mi suerte.
Me dijo “déjate de joder supersticiosa,
ya me estas paspando la paciencia”.
Muy amistosamente le sonreí
(como un Teddy avergonzado)
y
le partí la cabeza con una espada,
(para conservar la justicia poética)
Entonces:
eché sal sobre mi espalda,
toqué madera,
hice un lazo,
cacé un conejo,
y me toqué
la teta izquierda…