la medula espinal de los gatos

febrero 20, 2011

La cena

Moribunda.
La boca de espectros
que suspiran un retorno
a la ceguedad de mi mundo
errante.

Resisto.

y me designaran mártir
para enmarcar los recuerdos
 y callarles las bocas a esos espectros que,
como jueces
chasquean los dedos,
truena mi cabeza.

Listo. La cena esta servida,
y el poema caliente en la mesa.

Tiiii... llamada terminada

Perdón, es que no he podido
resistir en tirarte un par de mis trágicos episodios
nuevos, en tu buzón de entrada.

Debo admitir que esperaba
tu llamada, para sentir
se le abría paso a tu mano
para introducirse por el auricular
y aglutinar la angustia
 que se tranca en mi garganta.

Paulatinamente siento
como tu mano se desliza
entre mis músculos faciales
hasta mi cerebro el cual
es exprimido, hasta que despide
ácidos adioses
que todavia tengo en tramite.

Cuelgas.

Aturdida.
Resbalo sobre mis viciosas
estructuras barrocas.
Descendiendo lento. Me inflamo.

Alcanzo a esas putas asesinas.

Me entierro bajo perlas negras,
que esconden el deseo
del por venir que voy a borrar.

Envidio a la viruta
que vuela en el aire.

- Es leve. -

(No hay señal/ te quiero)

Reviento.
Y tus añicos se amortiguan
en mi
cuerpo envenenado.



Oliverio


Agradezco que visites mi lecho esta noche.
Sabia que la dejarias durmiendo a cambio de que
respire su propio perfume. El fresco olor
de su propia pintura en tu cuarto.
A la obra completa 
de Girondo. Imperdonable.
Lo que no sabes es que,
yo ya sabia,
que ella es pupila en tu vida.
Desde esa vez en la plaza
que bajamos las escaleras, y por no
sentir culpa siendo la puta de la niñez.
Subes las escaleras.
Y ahora espanto pajaros desde
mi enajeado mundo.
¿Como puedo yo volar