la medula espinal de los gatos

febrero 18, 2010

Marchita: La flor.

Sentada en mi balcón se me ocurrió plantarme en el cuero cabelludo una flor marchita.

 En mi balcón caen flores, de un árbol que lo atraviesa. Aun no sé cual será la especie del árbol, solo sé que las flores que caen y se marchitan en mi balcón, tienen un color púrpura.
 En el suelo de mi balcón  como hay flores marchitas, hay flores maduras las cuales conservan su espontánea belleza.
 A pesar de ser chiquitas en tamaño, cualquier Galán a quien yo quiera encantar, se rendirá a mis pies con solo perfumarlo con el aroma de una flor madura  por medio de un soplido. Yo no quiero encantar a nadie.  Solo quiero  saber si al plantarme una flor marchita en el cuero cabelludo, que pasara.

 Las flores no creen en la reencarnación, tampoco hay un paraíso para ellas, y creo que cualquier persona que visite mi balcón y vea una flor marchita no pensara en su destino.
 Entonces… ¿A las flores deberíamos hacerles un funeral?
 Yo pensé que el funeral seria inútil, las flores marchitas algunas vez fueron maduras. Al fin al  cabo fueron bellas.
 Díganme... ¿Ellas tiene  la culpa de haberse echo color canela y haberse arrugado?

 Sentada en mi balcón se me ocurrió plantarme en el cuero cabelludo una flor marchita.

 Nunca jamás pude levantarme de ese lugar.
 Entonces, mediante un proceso de lágrimas y sal que se desprendían de mis ojos lentamente y recorrían de punta a punta mi estructura humana, mi cabello comenzó a añejarse y a caerse. Mi piel se ponía color canela y se arrugaba, y se tornaba muy débil, cualquier pisotón que me dieran me rasgaría entera. Mis uñas y mis orejas se cayeron. Mis piernas se adhirieron una con la otra, mis brazos se soldaron  a mi torso. Y por ultimo mis ojos desaparecieron  y con ellos las lagrimas y la sal.

 Paso mucho tiempo, sentí la conexión con el árbol de donde provenía  el origen de esta transformación, (cual bajo mi encanto debo decirle evolución). A pesar de mi estado delicado, no me mandaron a terapia intensiva, me quede donde mi flor marchita mas deseaba.
 En mis adentros sentía que la temperatura había aumentado, podía sentir  más intensamente mis palpitos, oía atentamente a mi subconsciente que se desenvolvía en cualquier tiempo verbal. Mi corazón conoció el octavo color, entonces supe que estaba bien así.

 No espere que viniera mas, todo estaba perfecto.
 A pesar de ser errante así. Así era mi destino.

 Sentada en mi balcón se me ocurrió plantarme en el cuero cabelludo una flor marchita.
 Esa flor marchita fui yo.

Marchita.