Cuando llora el cráneo surgen cuestiones que nerveosean.
Hay una tensión entre esa voz gutural que acalora y el manto mentolado que se rehúsa a reflexionar sobre ese lugar común: la existencia de la existencia en la existencia.
Hay cadáveres aquí, y todos estos cadáveres que están aquí, tirados…piensan.
Otra tensión, ¿a dónde te sigo? Las dos opciones son imbéciles, roja y blanca.
Tal vez este intervalo invisible sirva. Otro poema en mi calendario (quiero protestar: se merece la muerte el inventor de calendario) Mi calendario es sin numeritos. Y esta en el frízer.
- Esas cosas pasan Julia. –
La angustia es banal.
Abro la puerta del frízer, meto la cabeza adentro.
- Este blanco me gusta mucho, cuando me ponga morada salgo. –
Necesito que por segundo deje de llorar la idea de que puedo escribir, hundir los dientes la escarcha, y aplastar…
¡Alto ahí!